Los antibióticos pertenecen a la medicina, ¡no en la comida!

El uso indiscriminado de antibióticos en alimentos es una de las causas de la creación de “superbacterias” resistentes a la medicina existente. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) existen 12 familias de peligrosas bacterias, a las cuales los tratamientos actuales no pueden vencer.

 

En un informe de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades, se alertó que dos de las bacterias más frecuentes de enfermedades transmitidas por alimentos, son Campylobacter y Salmonella, y ambas tienen antimicrobianos que son cada vez más difíciles de tratar.

 

Además, esta situación ha empeorado debido a la escasa inversión en el desarrollo de nuevos antibióticos efectivos. Las infecciones originadas a través de alimentos por bacterias resistentes, tienen efectos más graves para la salud que las infecciones por bacterias no resistentes.

 

Las personas pueden quedar expuestas a bacterias resistentes que provienen de animales al comer carne, productos cárnicos o frutas y verduras contaminadas. También al manipular alimentos contaminados o al entrar en contacto con estiércol o con agua contaminada.

 

Si bien es innegable que el surgimiento de antibióticos generó una revolución en el tratamiento de enfermedades infecciosas, el uso irracional es dañino tanto para la medicina humana como animal.

 

¿Por qué?

 

Porque como las personas nos tratamos con antibióticos y los alimentos que consumimos, son a su vez tratados con antibióticos, nos volvemos resistentes a su tratamiento y dejan de ser efectivos.

 

Nuestra visión es reemplazar estos tratamientos obsoletos e ineficaces en la industria alimentaria, para que sean efectivos en donde tienen que estar: la medicina.

 

Creamos un antibacteriano a base de proteínas que puede ser agregado en el alimento de los animales y/o en el mismo proceso de producción.

 

De esta manera, matamos completamente las bacterias responsables de la descomposición de la comida, aumentando la inocuidad y la calidad de los alimentos, y evitando no sólo aumentar la resistencia a los antibióticos, sino que también contaminaciones o enfermedades que puedan afectar a los animales, medio ambiente y consumidores.

 

Los antibióticos deben estar en la medicina, ¡trabajemos en eliminarlos de nuestra comida!

 

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